El novelista y académico Javier Marías ha fallecido este domingo a los 70 años de edad tras una afección pulmonar que no ha podido superar.
El candidato al Nobel y miembro de la Real Academia Española desde 2008, donde ocupó el sillón «R», será incinerado este lunes en Madrid, su ciudad de nacimiento, tras ser despedido en una ceremonia privada, sin velatorio.
Así, pues, el autor de 16 novelas se irá acompañado de su círculo más cercano, compuesto por sus amistades, familiares directos y por su viuda, Carme López Mercader.
Carme López Mercader y Javier Marías se casaron por cuestiones prácticas
Javier Marías no tuvo descendencia y solo se casó una vez, en 2018, con la editora Carme López Mercader tras veinte años de relación. Ella sí que tiene dos hijos —de una relación anterior—, que ya eran mayores cuando oficializó su relación con el fallecido.
Ambos contrajeron matrimonio por razones prácticas. En concreto, el escritor decidió pasar por el altar después de que le dijeran que, en caso de su muerte, el 70% del legado se lo llevaría el Gobierno.
Carmen López siempre fue definida por el académico como «el amor de su vida», y especialmente destacaba de ella su sentido del humor y su buena conversación.
Un matrimonio atípico, con semanas alternas
En 2019, Javier Marías confesó en The New York Times que tenía un matrimonio atípico, pues su mujer vivía en Barcelona, así que ambos «pasaban de dos a tres semanas juntos y de cuatro a cinco separados».
Varias de las relaciones anteriores que tuvo el escritor fueron a distancia, con mujeres que vivían en otras ciudades, o incluso en el extranjero, algo que le encantaba, ya que así «es más difícil cansarse el uno del otro y hay tiempo para echar de menos».
Este modo de vivir casaba mucho con su personalidad, pues siempre fue un hombre muy independiente. Normalmente, se levantaba sobre las 11 de la mañana. Después, escribía un rato hasta las 14 o 15 horas, que comía. Tras el almuerzo, regresaba a su escritorio y comenzaba otro turno frente al teclado.
Cuando terminaba, cenaba o quedaba con amigos, siempre después de las 9 de la noche, y seguidamente llegaba lo mejor de su día, lo que él llamaba «mi tiempo», durante el cual, y hasta las 3 de la mañana, leía, escuchaba música o veía películas.
Hijo de un filósofo y una traductora
Javier Marías nació el 20 de septiembre de 1951 en Madrid. Fue el cuarto hijo del filósofo Julián Marías y de la profesora y traductora Dolores Franco. Toda la familia emigró a Estados Unidos cuando el escritor era joven, de ahí su gusto por la traducción, que nunca abandonó. De hecho, tradujo a importantes autores y ejerció la docencia como profesor de literatura española en la Universidad de Oxford (Reino Unido) y en el Wellesley College (Estados Unidos).
Aunque lo llevaba en la sangre, ser hijo de escritor no le gustaba mucho, ya que tenía la sensación de que debía aclarar que nunca había recibido ayuda para triunfar. «La verdad es que mi padre no ha sido nada nepotista nunca, sino más bien todo lo contrario, y yo le debo muchas cosas, pero no realmente beneficios o favores a la hora de conseguir publicación. Jamás he conseguido un empleo a través de él, ni he tenido nunca lo que se llama un enchufe, jamás», aseguró a Elide Pittarello.
«El apellido mío no es un apellido frecuente, con lo cual era fácil pensar que había relación. Tampoco lo he ocultado nunca. Pero sí, yo intentaba mantener cierta distancia, para que no pareciera que estaba bajo su ala cuando nunca lo estuve», añadió.
Además de los numerosos galardones que recibió durante su carrera, el reconocimiento de Javier Marías por parte de la crítica y el público se desprende de muchas cifras: autor de dieciséis novelas, además de libros de ensayos, relatos y cientos de artículos periodísticos, sus obras se han publicado en cuarenta y seis lenguas y en cincuenta y nueve países, con casi nueve millones de ejemplares vendidos.
DEP.